Diálogos

Friday, March 16, 2007

El cambio de Chile

Me acuerdo que en los momentos más algidos de la dictadura, cuando buscabamos medios y formas alternativas de comunicación, se editaron muchos boletines con distintos diseños, para darle cierto dinamismo a las noticias nos ayudabamos de una publicación llamada "El pirata honrado", de donde podíamos copiar dibujos ad hoc con las noticias (en aquel tiempo la tecnología de la camara digital aún no asomaba) o bien usar otros "trucos" que el Pirata nos ofrecía.
Me pareció tan bueno este artículo de Patricio Fernández que saque mi viejo parche de pirata y ahora desde esta plataforma simbolo de los tiempos, lo
comparto con uds.

CLINIC 200 Patricio Fernández

El cambio de Chile en los últimos casi veinte años ha sido enorme, y en los últimos casi nueve,que es lo que va desde la detención de Pinochet en Londres y la aparición de The Clinic, por momentos sorprendente. Esta revista fue bautizada en un restaurante de la calle Sucre que, por entonces, era un par de cuartitos con algo así como cinco mesas instaladas en la parte de atrás de una amasandería de pastas y ñoquis llamada DaNoi. Lo atendía su dueño y su familia, supongo que con alguna ayuda adicional. Hoy día ese mismo boliche tiene dos pisos con unas quince, si no veinte mesas cada uno, por entre las que circulan mozos atareados cargando platos, copas y botellas. Calles completas han cambiado la tranquilidad doméstica de sus viejas casas por una sucesión de locales comerciales, restoranes o pubs. En casi todas las comunas ha pasado, aunque evidentemente en unas más que en otras. Si bien algunos querrían sostener lo contrario, todo indica que hay más librerías y no menos. Los últimos años, eso sí, han sido pobres en creación artística. La literatura no ha dado grandes sorpresas. Hay hechos destacables, pero despuésde Bolaño nada ha remecido el ambiente. De algún modo, quizá se deba a la dificultad que han tenido las artes para mirar con más sorpresa que prejuicio lo que acontece.
Apostaría que las cosas han cambiado mucho más de lo que alguna vez los mismos artistas reclamaron, sólo que en direcciones disparatadas. El escenario está más lleno de actores que nunca. Miles de ondas desconocidas andan rondando, y cuando ya se está creyendo que la dispersión es total, saltan los estudiantes y recogen un buen pedazo de la hebra común a todos. Cuando un país se une tras los escolares en demanda de educación, es que algo notan malo está pasando por ahí. La mujer en el poder no es una ficción. Sus caras más o menos expertas aparecen en la tele a cada rato. Un hombre que se resiste a tratarlas como exigen es, a estas alturas, un exiliado social.
Para el primer número de este pasquín no había ley dedivorcio y la censura era un tema que se trataba todo el tiempo en seminarios, ferias de libro y universidades. Hoy no hay censura para nada, salvo la económica y la de los ricachones momios, que como no pueden convencer de otra manera, hacen lo imposible para que no exista ninguna serpiente que les confunda sus fundamentos. La verdad, no obstante todo, es que la ola les ha pasado por encima. Sus hijos e hijas pololean con tipos de apellidos desconocidos, y se emborrachan, y tienen sexo.
Ha cundido el descontrol. Hay más locales abiertos toda la noche de los que hace pocos años había para comerse un sandwiche. El Dominó, dicho sea de paso, tiene ya un montón de sucursales. El antiguo aeropuerto de Santiago, hoy es una bodegade escombros. En balnearios tradicionales, como Algarrobo o Con Cón, la vida tranquila de las callecitas de tierra ha dado paso a condominios infinitos. Las que antes eran playas hippies o secretas, hoy están llenas de quitasoles con publicidad. ¿De dónde apareció toda esa gente? Me cuentan que hay un resort llamado San Alfonso del Mar en el que incluso cavaron una inmensa laguna de mentira. Antes, había una casta que se sentía la dueña del mundo. Eran casi todos pinochetistas y se reconocían a distancia. Se creían admirables. Hoy, o se esconden, o se pierden. Quenita Larraín le quitó el apellido a sus antiguos dueños. El Opus Dei, los Legionarios y otros por el estilo luchan con enormes velas de oro contra la ola barbarizante, pero, aunque brillan, se hunden. Hay autos por todos lados. Dentro de poco, literalmente, no cabrán en las ciudades. Los ladrones de vehículos han prosperado en la misma medida. Hay lugares donde simplemente se sabe que uno no puede estacionarse si quiere conservar, como mínimo, la radio y los espejos. El año pasado hubo linchamientos en los que grupos de vecinos hicieron justicia con sus propias manos. Los litigantes se agarran de las mechas a la salida de los tribunales. Hay multitiendas en todas partes y supermercados como El Jumbo que se han convertido en auténticos universos. A comienzos de la transición, el ex presidente Aylwin aseguraba que no le gustaban los malls. La gente, sin embargo, en cuanto pudo comenzó a comprar como loca. El tiempo en que Moulián criticaba el modelo y sus advertencias tenían eco, reverbera lejos. Curiosamente, han sido ciertos demócratas cristianos quienes en elúltimo tiempo le han echado mano sin leerlas, de la misma manera en que alguien elige un desodorante para neutralizar el mal olor que lo envenena.
La discusión técnico moral en torno a la píldora del día después, resuena como un canario en La Alameda.
Las mujeres sencillamente se enfurecen cuando les ponen problemas en los consultorios o no la encuentran en las farmacias por el complot de los millonarios pechoños. Una que conozco, a la que por asuntos burocráticos no se la dieron en una posta de provincia, no se movió del lugar hasta que el médico le aconsejó tomarse dos tiras de anticonceptivos con doce horas de diferencia. Según él era lo mismo, y consideró el chanchullo como una manera de ejercer su profesión por encima de los malos entendidos. La cueca estuvo de moda y rejuveneció su aspecto. Dejó de ser únicamente ese bailecito amariconado de un mamón sonriente, con pinta de empleado chupa medias, y una china con cara radiante, cuando hasta el último desentendido sabía que tenía una vida de mierda. Y apareció la otra, la así llamada "Chora", la que estaba escondida en las ruinas de las casas de puta, en los mataderos, en los conventillos maleados. Esa cueca, según dicen, no hay que saber bailarla, se baila y basta. El lloriqueo quejoso fue desapareciendo del discurso público. Es de suponer que las peroratas justicieras se independizaron, y en algunos, como es natural a una sociedad de mercado, tomó el camino de la auto repartición. Pareciera que ya absolutamente nadie quisiera igualdad. La fraternidad todavía vende a ratos. La libertad tiene sus acciones en el peak. Cualquier "no" desconcierta. En este coro de individualidades,los más débiles se han ido quedando afónicos. Gritan solos y nadie los escucha.
El negocio del salmón ha rentado como diablo, mientras sus trabajadores viven encerrados en mitad de la nada por unos sueldos miserables. Como hay mar entremedio de unos y otros, y caminos malos y distancias largas, se han quedado en sus jaulas como loros en el alambre. Algún empresario de las organizaciones debiera ofrecerles organizarlos. La iglesia ha perdido sus batallas una tras otra. El cura Medina ha terminado convertido en un personaje curioso. A veces, incluso se le hecha de menos.
En las carreteras se puede ir a 120 km/hr y en ninguna parte al adelantar se teme que venga un bólido en frente. Las ciudades están cambiando noche y día. Donde antes hubo un edificio después hubo una bomba de bencina y ahora se construye un supermercado barrial de alguna de las dos cadenas dueñas de todo. Edificios en los que teníamos depositada nuestra modesta tradición, son arrasados por el dinero insensible, y lo que antes era el recuerdo de unos pocos, se convierte repentinamente en el hogar de muchos. Algo así fue lo que terminó sucediendo también con los desaparecidos políticos. Sus nietos exigieron aparecer, y dejaron en los viejos guardada la memoria, para poder bailar con todos en la discoteque de moda. Los nacidos después de la dictadura ya son adultos con derecho a voto. Por estos días, los gobiernos democráticos sumarán tantos años en el poder como la dictadura. Con amigos, cuando más jóvenes, imaginábamos el día imposible en que, ajenos a toda represión, se cantaría y fumaría marihuana en el Parque Forestal. Pocos días atrás, sentadas en un banco nada de escondido, vi a dos liceanas atracando tan efusivamente que casi botaban con las manos una botella de pisco a medio tomar.
Los artistas contestatarios ya son premios nacionales. El desnudo, que un día fue atrevidísimo y se usó para protestar, hoy es casi desagradable. Si se come frente a la pantalla a uno le puede caer un pelo en la sopa. La Bolocco se viste como bataclana. La Marlén se indigna porque su marido no le permitió mostrar el poto. No es fácil decir qué música están escuchando los que la llevan. Las micros repletas recorren la ciudad, mientras los ideólogos defienden un paradero y los analistas en boga tratan de alcanzar a las que ven pasar.
La violencia que décadas atrás fue prácticamente monopolio del estado, hoy está repartida democráticamente. No es de extrañar que aparezcan rabias nuevas, aunque si se intrusea capaz que sean las mismas de siempre. Los lugares de crítica más viva distan mucho del vino navegado y la tristeza: bailan y cantan y tocan como enajenados. La misma energía galopante de los magnates, parece rondar rincones de la marginalidad. El hip hop o los rockeros de turnodesprecian el puchero de los que aguardan como orantes un mundo nuevo. El asunto es aquí y ahora, o váyanse a la mierda. Hay pepas, hay éxtasis, hay ácidos, hay cocaína y de seguro hay otro montón de drogas que no conozco ni de nombre. La marihuana es el lujo de los caballeros y las señoras apacibles. Los que juegan en la bolsa se han multiplicado varias veces, y luego habrá casinos hasta en pueblos donde todavía ordeñan las vacas a mano. Incluso los porteros calculan en UF. Las vendedoras de seguros se peinan y pintan como las modelos de la farándula, y hablan con el lenguaje aprendido de los ejecutivos modernos, aunque a la hora de colación saquen un paquete de galletas de agua de la cartera y se compren por ahí una Coca Cola Light. Caminan kilómetros para ahorrarse un pasaje y orinan en los baños de las fuentes de soda. Los políticos, efectivamente, parecen importar cada vez menos. De los diputados se conocen pocos nombres. Lo que más se recuerda de los políticos son sus salidas de madre o las pillerías. Yo creo que a estas alturas se entiende que participan de un juego más pragmático que conmovedor. Los servidores públicos, al Hogar de Cristo. Nadie sabe para donde va la moto, ni si terminará estrellada contra un muro, ni si se desmembrará en el aire como los meteoritos. Pero ahí va, enloquecida, salpicando, vital, sorprendente, sin versos, como un poema a la espera de un poeta que cante sin remilgos su desmadre.


Pato Fernández, publisher (director espiritual yfundador) de The Clinic publica esta acertada yvisceral columna en el numero 200 de esta publicación quincenal.

Thursday, March 15, 2007

MarzoMujer

Mujer Maestra


Cuando iniciaba mi andar por la Vida
Mis primeros pasos
Fueron tutelados desde la ternura azul de tus palabras,
Y la Vida junto a tu amplia sonrisa se hizo verbo ante mis ojos asombrados.

Al mediodía de mi camino,
Tu confianza en mi vuelo apuró mi paso
Y con la torpeza de mi cuerpo
Me enseñaste desde tu libertad
Que las cadenas no encarcelan los sueños,

Hoy cuando marcho hacia mi crepúsculo
Y aun con la esperanza de que me espera un buen trecho,
Camino a tu lado,
Agradecido de tu generosa sabiduría que se brinda como el Pan bueno,
Admirado por la sencillez de tus actos,
Embriagado de tu naturaleza cósmica
Que da Vida.

Maestra Mujer
Hoy alzo mi copa de vino por ti
Y por todas las mujeres artesanas
Que modelan el mundo mejor que soñamos.



Con mucho aprecio


Gustavo González Valdés



En Viña del Mar, a 8 de marzo del 2007 en el Día Internacional de la Mujer